viernes, diciembre 31, 2010

Optimismo navideño

Pues sí, amigos (suponiendo que alguno quede aún por ahí), despedimos un 2010 bastante poco menosmolérico en cuanto a relatos escritos se refiere, porque actividad de la Cuadrilla ha habido para dar y tomar, empezando aquí por el que suscribe, sólo que nos hacemos mayores y perezosos y la cosa degenera una barbaridad.

Aún así, para que vean que seguimos teniéndoles presentes, les obsequiamos con un regaluco de fin de año para que se apliquen el cuento en 2011 y dejen las penas a un lado. La demostración videográfica de que en ocasiones, pocas, los correos electrónicos múltiples viajan con contenidos dignos de ser rescatados. Demos las gracias a cónyuge b y los contactos que consiguió en su pretérita época de instituto de barrio obrero. Yo es que vengo de colegio pijo de pago, o sea. Con la working class me codeo lo justo y necesario, igualito que la Lomana.




Y a mi que el tal Emilio Duró me recuerda a alguien, ingenioso compositor de una canción célebre en este blog.

viernes, noviembre 26, 2010

Propuesta de ocio diferente para el sábado

Lectores menosmoléricos, reuníos, que Juanisho tiene algo que deciros. Lo que pasa es que se nos ha vuelto tan tímido que me tiene a mi de representante y escriba.

Hola a todos,

Como os indico en el título del post quería ofreceros la posibilidad de hacer algo diferente este fin de semana. No sé si conoceréis la Fundación Blas Méndez Ponce; básicamente es una asociación que se dedica a hacer que los niños enfermos de cáncer o con enfermedades de difícil curación puedan sentirse niños y tengan acceso a las actividades propias de su edad. Lo que algunos sí que sabéis es que mi parte contratante es diseñadora. Pues bien, este sábado por la tarde, en el Palacio de La Magdalena, va a desarrollarse un acto benéfico en favor de dicha Fundación en el que se hará un desfile y habrá un pequeño cóctel.


Si no tenéis planes para el sábado os invito a que os acerquéis por allí y conozcáis la labor de la Fundación y ya de paso el trabajo de Bhernaiz. El coste de las invitaciones es de 10€ y va íntegramente dedicado a la Fundación. En los siguientes enlaces hay más información sobre el evento:


Pues nada, ya sabéis, a acudir en procesión a la Península de la Magdalena. Dónde mejor vais a estar con el temporal que se avecina el fin de semana. Butaca de primera fila para ver olas romper, árboles temblar, y colaboraro con una buena causa, que acaba el año y ya os va tocando, gandules. Ahí os queremos ver, que van a pasar lista, eh.

lunes, noviembre 15, 2010

Épica menosmolérica

Porque no sólo (en efecto, yo tengo pensado seguir escribiéndolo con tilde y pasarme las recomendaciones de la RAE por L'Arc de Triomphe) de epopeyas irlandesas se alimenta el menosmola común.


Una nueva proeza a cargo de nuestro esforzado maratoniano Juanisho, quien por timidez no se promociona mucho, pero para eso ya estamos los demás.

En su última exhibición se sobrepuso al madrugón y el traslado a tierra extraña a horas intempestivas, la adversa climatología traducida en una chupa de aúpa (¿ese rozamiento extra en la camiseta se tradujo en irritación pezoncil? Queremos saber), y el desconocimiento de la lengua vernácula, resuelto todo ello con su don de gentes que le llevó a ser jaleado por el público en la totalidad de tramos puntuables de la carrera.

Hay vídeos, fotos y material multimedia de todo tipo de la gesta, pero no quiero violar más de lo necesario la intimidad del protagonista. Pídanle a él, que igual tienen suerte.

¡Txapeldun, Juanisho!

lunes, noviembre 08, 2010

El don de la oportunidad

Y es que no he podido elegir mejor fecha para mi retorno a la vida activa tras una prolongada ausencia (when prolongada == medio embarazo y pico): el día del juicio final cántabro, nada menos.

Porque un compañero de trabajo se ha pasado la jornada murmurando cual mantra "pues mañana va a ser peor", que si no daría por hecha la llegada del "Diluvio universal II. Esta vez, no habrá arcas que valgan.".

Y es que por si no fuera poco con el atascazo estilo A-2 que me jamé como un mi alma al término del tramo laboral matutino (otro día hablaré del premio que merece el tipo que pensó que era una buena idea modificar la circulación de forma que para llegar de A hasta B ahora tienes que irte a una rotonda situada en Z; pista, empieza por "la" y acaba por "pidación"), luego hube de sumar una titánica lucha a la pata coja contra los elementos en forma de vientos huracanados y océanos mugrientos callejeros, ante los que me debatí cual salmón, y de la que no salí muy bien parado.

Vuestro sacrificio no será en vano

Quién me mandaría a mi ponerme farruco con la doctora cuando me insistió en proseguir una temporadita más de baja. Ahora lo más gracioso va a ser tener que pasarme de nuevo por la consulta para ver qué soluciones me ofrece contra la neumonía galopante.

domingo, noviembre 07, 2010

Comunicado

Interrumpimos la programación habitual del blog (es decir, la más absoluta nada) para dar paso a una información recibida desde los cuarteles otoñales del gran hakuna del hogar de los menosmola:


Eso sí, ya les digo que ni mucho menos esperen unos brincos como los del muchacho del enlace, porque si bien es cierto que me han sustituido los muelles no llegaba el presupuesto para unos de tan elevada gama.

Seguiremos en contacto. Si me apetece.

jueves, octubre 28, 2010

Fostiando, que es gerundio

Pues nada, yo hoy iba a escribir algo sobre la señora que ha denunciado al pato Donald por acoso (no me ha afectado la altura, es tal cual se lo digo), pero claro, luego recibí incontables cartas de mis incontables fans (dos, en concreto) pidiendo algún dato sobre mis partidas de mus con el Yeti allá por los Nepales, así que decidí cambiar de objetivo escribiente. Pero bueno, el caso es que como los caminos del señor son inexcrutables, y los de mi cerebro más, y además casi nunca hago las cosas que me piden (salvo por la andaluza, que puede ser muy convincente cuando se lo propone), pues al final he decidido que les folle un puercoespín a mis fans y escribir de lo que a mí me salga del capullo, que en este caso concreto es de la última pilíncula que me he echado para el cuerpo, con gran deleite y satisfacción he de añadir, y que me ayudó a sobrellevar con estoica resignación las entretenidísimas 35 horas de viaje a los Himalayas de las pelotas.

“The expendables”, se llama. En traducción literal algo así como “los prescindibles”. En traducción libre “los mercenarios”. Naturalmente cogieron la traducción libre, por más que la otra fuera mucho más de puta madre. Pero aquí somos gilipollas hasta para eso. Bueno, el título es lo de menos, lo realmente importante es que el director, productor, protagonista, y alma máter del todo el asunto es mi venerado, idolatrado, y no siempre suficientemente vanagloriado Tito Sly. Vamos, Stallone. Coño, el puto original e inimitable John Rambo. Y evidentemente cualquier película en la que salga John Rambo tiene que ser buena por cojones (bueno, siendo estrictos, quizá podríamos obviar “¡Alto!, o mi madre dispara”, pero hasta los más grandes tienen a veces un momento de debilidad).

Esta no defrauda. Atentos a la jugada, que sólo la voy a explicar una vez (y no es un chiste aunque lo parezca): estos son Chev Chelios, Danny the Dog, Ivan Drago, Stavros, y otros tres que dan igual (por razones evidentes después de citar lo que he citado), que se ponen a las órdenes de John Rambo, para realizar una misión hiper chunga e hiper secreta por encargo de John McClane, que les elige a ellos por delante de Terminator. La misión, aunque eso es lo de menos, consiste en ir a una república bananera sudamericana conocida como WinkiWinki (al menos en esta crítica) a derrocar al no tan malvado coronel que manda por allí, bajo el malvadísimo influjo (este sí, malvadísimo, malvadísimo) del cabrón americano Tomas Leon (a este le cito por los pelos, porque en realidad no está a la altura). Evidentemente la misión concluye con éxito rotundo (joder, yo creo que ni Chuck Norris podría haber hecho frente a semejante despliegue de testosterona), después de matar por el camino, con amplia proliferación de miembros desgarrados, esputos sanguinolentos, y casquería por doquier, a cualquier bicho viviente que se pusiera a tiro, incluyendo avestruces, ornitorrincos, aliens y predators. Evidentemente también hay un par de troncas de calibre muy muy grueso, pero las muy putas no enseñan carne. Tampoco es que eso importe mucho, porque cualquier tío normalmente constituido ya habrá eyaculado cuando a los 10 minutos de película aparecen en un mismo plano y al tiempo: Rambo, Terminator, y John McLane (que se dice pronto, amiguitos).

De entre todo el elenco de esplendorosos diálogos, os citaré sólo uno, para que se os ericen los cabellos y os quedéis con ganas de más (que según me dice la andaluza es una putada del copón):

- Terminator: “Cuánto tiempo, te veo fuera de forma, has perdido peso”
- Rambo: “Cualquiera que sea el peso que perdí, tú lo has encontrado”

Ahí queda eso. Pues nada, ante esto creo que sobra decir que nos encontramos ante una obra maestra, vórtice de la creación cinematográfica, maravilla de la interpretación, sublimación del séptimo arte, cinta superlativa de las ostias a cascoporro, y redención divina del buen gusto por la estética. Vamos, resumiendo, y para que lo entiendan, la puta ostia.

En general me parece que el resto de críticos del mundo no están muy de acuerdo conmigo, pero eso es porque no tienen ni puta idea. De hecho, creo que la única manera de haber mejorado esta magna obra sería haber metido en el mismo plano a Rambo, a Terminator, a McClane, y a las tetas de la protagonista.

jueves, septiembre 09, 2010

Una de patatas asadas (II)

... continuando.

Te meten al quirófano con tu bata que deja el culo al aire. Huy pobre, dice una de las enfermeras, está temblando de frío. Le puedo asegurar que no es de frío, señora. Pero bueno, un mocetón como tú, si esto no es ná. Señora, no me toque los cojones, ande. Aparece el cirujano. Qué, chaval, cómo va eso. Pues de puta madre hombre, pero lo que tiene que ir bien no soy yo, es su pulso. Ah, no te preocupes por eso, ya me he tomado un par de carajillos mañaneros y eso me lo estabiliza mucho… que no, es broma. Me parto el puto culo, oiga. Te ponen la anestesia justo para el pinchazo en la femoral. Notas subir el catéter por las tripas. Viva. Se ponen a enredar mirando unas pantallas que tú no ves. Ni respiras no vaya a ser que eso les moleste. Ya la tenemos, te dice el cirujano, atento que va. Automáticamente tu corazón se pone a 200. Vale, ya veo. El cirujano viene hasta tu cabeza. A ver chaval, dos noticias, una buena y una mala. No me joda. La buena, hemos podido acceder por la vena femoral así que no te tenemos que pinchar la arteria, que es más jodido. Vale, chachi. La mala, lo que tenemos que quemar está a menos de medio centímetro de lo que NO tenemos que quemar bajo ningún concepto así que aquellas probabilidades de 1 sobre 1000 de que todo se vaya al garete en tu caso son más altas. Mecagoensatán y en la puta estadística, ¿cuánto más altas?. Es difícil de decir, pero más altas seguro. Joder, colega. Bien amigo, tenemos dos opciones, primera, lo congelamos, esto es muy preciso pero poco fiable, así que casi seguro que no toco lo que no hay que tocar, pero también es probable que sigas teniendo el súper poder ¿entiendes?. Entiendo, ¿y la segunda?. Pues nos la jugamos a todo o nada, y lo quemo, esto es fiable casi al 100%, o sea, que te quitamos la sexta velocidad, el problema es que existe un cierto riesgo de que te quitemos también la primera velocidad y volvamos a todo aquello del marcapasos y tal. La puta. Vale, ¿qué prefieres?. ¿Cómo?. Que qué prefieres. Pero vamos a ver, señor médico, estoy aquí tirado en la cama de operaciones, con luces y aparatos infernales, con el ciruelo al aire y un cable metido por la ingle que llega al corazón y con el que estáis haciendo putos experimentos y me preguntas que qué prefiero, ¿pero tú eres imbécil o qué?¿tengo yo cara de haber estudiado puta medicina?, joder, ostia, haga lo que tenga que hacer, pero con seguridad, cagoenlaostia, no venga aquí a hacerme preguntas para las que no tengo puta respuesta. Lo siento, es tu decisión. Tócate los cojones, mariloles. Miras al anestesista, que es el padre de un buen amigo, con ojos de cordero degollado. El tipo te mira y pone mala cara, “irlandés, que te lo congelen”. Ya has oído, hijo de la gran puta, congélalo.

Y lo congelaron. Y todo fue como tenía que ir hasta que al jueves siguiente que yo ya no podía estarme más entre cuatro paredes salí a correr y mi patata de nuevo, oh campos de soledad mustios collados, volvió a meter sexta. Maldita sea mi estampa, joder, ostia, puta. La andaluza y tu madre acogen la noticia con alegría desbordada. Llamas al cirujano de nuevo. Oiga, que soy el irlandés, que lo de congelarlo no funcionó, que sigo con el súper poder. Se lo dije. Ande y no me toque los bajos, que visto lo visto todo el mundo es listo. Pues nada, a quemar, no se preocupe que está chupado. Deje de decirme que no me preocupe joder. Ah sí, y chupado está el coño de su puta madre.

Te vuelven a meter al quirófano con la bata con la que se te ve el culillo. La enfermera te saluda como si estuvieras en la terraza de un puto bar, “hombre, otra vez por aquí”. Ya ve, es que me gustó la primera y vengo a repetir, de hecho a lo mejor me saco un bono de 10, como en el metro. Aparece el cirujano. A ver chaval, muy importante, no te muevas, no hables, y si puedes, no respires. Le miras con cara de incredulidad, ¿esto es un puto chiste o qué?, o sea, ¿que el hecho de que queme o no eso que NO tiene que quemar depende de que yo tosa, o estornude, o me rasque las pelotas?, venga hombre, no me joda, áteme o algo ostia, asegúrese de que no me muevo, joder. Ná, no hace falta, pero vamos, que no te muevas cuando yo te diga. Joder, lo que me faltaba para el duro. Se ponen a enredar de nuevo mirando a las pantallas. Me provocan de nuevo la taquicardia. En un momento dado allí no habla ni dios, y yo aprieto el culillo como en mi puta vida. El cirujano, que tiene cara de muy pocas bromas, mira al que maneja el sedante (que esta vez no es el padre del amigo) y le dice que me dé más chicha. Me voy a los mundos de Yupi.

La andaluza, mirándome con cara neutra. Joder nena, dime que no tengo un puto marcapasos. No tienes un puto marcapasos. Dime que me sigue funcionando el ciruelo. Eso ya no te sabría decir, luego probamos. Ok. Viene el cirujano. Bueno chaval, todo ha ido perfecto, ha costado un poco más de lo previsto pero todo bien. ¿Qué significa que ha costado un poco más de lo previsto?. Bueno, a ver, ¿tú conoces el juego de las siete y media?. Sí. Pues nada, esto es igual: he quemado, y seguía el súper poder, he vuelto a quemar, y seguía el súper poder, he quemado un poco más, y allí que continuaba persistente, y ya habíamos sacado como un seis, así que la cosa estaba en si pedía carta o no, al final hemos cruzado los dedos, hemos pedido carta, y ha salido bien, no nos hemos pasado. Chachi, ahora bien, le voy a decir una cosa maldito hijo de la gran puta, la próxima vez se va a ir a jugar a la puta ruleta rusa con el puto corazón de su puta madre. Coño, qué carácter. Ya ve.

Y eso es todo. Ahora se supone que ya soy normal. Que me puedo ir a Nepal a congelarme tranquilo. Y que nunca me tocará la lotería, porque ya gasté mi parte de fortuna en los juegos de azar.

miércoles, septiembre 01, 2010

Una de patatas asadas (I)

Toda esta mierda empezó cuando mi señor progenitor A, para gran disgusto de mi señora progenitora B, vino y me dijo que si me apuntaba a ir a Nepal. A subir no sé qué pico de 6.500 metros. Ah, pues naturalmente, faltaría plus. Si hay que ir a Nepal, se va, y punto. Tampoco hay mucho mejor que hacer por aquí. Fue entonces cuando recordé lo de mi súper poder cardiaco. Básicamente el súper poder consiste en que cuando a mi patata le parece correcto, mete sexta velocidad y se pone a unas 230 pulsaciones (en 247 está el récord, aunque creo que podría superarlo sin mucha dificultad). Como quien no quiere la cosa. Con la gorra. Así dicho suena muy terrible, pero en realidad lo único que hay que hacer cuando te da el súper poder es sentarse, relajarse y esperar a que el puto corazón vuelva a su ser habitual, cosa que sucede en unos pocos minutos. Si no sucediese, pues entonces ya mejor se llama a una ambulancia para que venga rauda y veloz a que te inyecten no sé qué movidas que hacen que todo funcione otra vez según los ritmos canónicos de los corazones sin sexta velocidad. Y santas pascuas.

Todo esto, claro está, al nivel del mar. Ya más arriba no sé cuáles son los protocolos para conseguir que todo vuelva a la normalidad. Así que decidí ir a preguntárselo a mi cardiólogo de cabecera. El tipo en cuestión, que es todo amabilidad, me preguntó muy solícito que si yo era gilipollas, que si realmente tenía algún retraso, que si estudiaba para ello, o que si sólo me gustaba hacérmelo. No, no, señor cardiólogo, se lo digo en serio, ¿puedo irme a Nepal?. Por supuesto, imbécil, puedes ir, lo que no vas a hacer es volver como a eso que llamas corazón le dé por meter sexta por encima de 5.000 metros. Ah, ya veo. Qué cojones vas a ver, maldito irlandés, tú no ves una puta mierda, si vieras algo te habrías operado hace ya tiempo como te he repetido hasta la saciedad y no andarías jugando a la puta ruleta rusa haciendo maratones y mierdas de esas, ostia, que cualquier día te da un puto infarto, y si no es a ti, a tu madre. Ah, ya veo. Deja de decir que ya ves, joder, y vete a Nepal a ver si así me libro de ti de una puta vez. Bueno, hombre, no se sulfure, si se va a poner así me opero y punto, aquí paz y después gloria.

Así que me operaron. Dos veces. Es que se ve que la primera sólo fue para practicar. De hecho creo que ya que estoy metido en faena voy a ver si me hago alguna de estética también, porque me han comentado que con la crisis la Seguridad Social es como el Carrefour y tienen 3x2 en operaciones. Así que saliéndome por el mismo precio, no es plan de desaprovechar. Y además siempre quise la nariz de Brad Pitt.

Bueno, a lo que iba, que me operaron. El temita en cuestión me lo explicaron como sigue. Tú no te preocupes chaval que esto es muy sencillo. (Por qué iba yo a preocuparme, hombre, no tengo ni la más mínima preocupación, los médicos siempre me han dado mucha confianza, sí señor). Bien, lo que vamos a hacer es meterte un catéter por la vena femoral, llegar al corazón, encontrar el nervio que no debería estar y que hace que tu patata tenga el súper poder, provocarte la taquicardia, quemarlo, y volver a sacar el catéter. (Chachi piruli). En caso de que por la vena no podamos acceder a lo que hay que quemar, pues te pinchamos la arteria y repetimos el proceso. (Ah, ¿y no podrían mirar primero a ver dónde está eso que quieren quemar para acertar a la primera?). No, no podemos. (Chachi). Pues eso es todo. (Un segundo colega, no tan rápido, ¿y si queman lo que no hay que quemar?). Ah, entonces tu patata se queda sin señal y se para. (Ajá, mire, yo no tengo muchos planes de futuro, pero uno de ellos es seguir viviendo, y de lo que recuerdo del colegio para poder llevar a cabo dicho plan es bastante fundamental que mi patata no se pare). Ah sí, no te preocupes, te revivimos con las palas, y te ponemos un marcapasos de por vida, pero las probabilidades son de 1000 a 1. (Ya, a mí me parecen muchas probabilidades). No, que va, son bajísimas, casi nunca pasa nada. (Casi nunca). Sí, casi nunca, ande firme aquí, ¿quiere leerlo?. (No, gracias).

Continuará…

martes, julio 27, 2010

Maricón el último

Bueno, pues nada, ya se me han inflado los cojones con tanto amigos para siempre, tanta dulzura, y tanta puta tontería. Me refiero al Tour. El de Francia. Ya saben, esa carrera donde unos tipos con las piernas depiladas se arriman estopa a base de bien intentando ganar. Bueno, eso era antes. Ahora a lo que se dedican es a dorarse la píldora unos a otros y a untarse vaselina en el culito para que nadie se ofenda. Que parece eso un puto anuncio de compresas, con amplias sonrisas, y hombre por dios pase usted primero, faltaría plus, no se me vaya a enfadar. Qué asco, joder, vaya puta merienda de negros en que lo han convertido. (Un segundo, que voy a vomitar, ahora vuelvo).

Supongo que estén al tanto del asunto. El problema de fondo es que hay mucho periodista y mucho analfabeto (huy, qué tonto, eso último era redundante, perdonen), que no se han subido encima de una jodida bicicleta en su puta vida, y que no tienen ni puta idea de qué va el cotarro del ciclismo, y que calientan la cabeza de los ciclistas y del ciudadano de a pie con el jodido fair play, la educación es lo primero, y anormalidades de calibre semejante. La milonga del marinero y el capitán. Bueno, pues mensaje del tito irlan para todos esos: me cago en todos sus putos muertos, dedíquense a escribir sesudos artículos de opinión sobre la impotencia, imbéciles, que de eso seguro que dominan. Vayan a dar lecciones sobre estilo señorial y pulcritud en el obrar a su puta casa.

Vale, ahora que ya me he quedado un poco más tranquilo, vamos a ver si explico con sutileza de qué va esto de dar pedales. La cosa es muy sencilla. Creo que hasta el más tonto podría entenderlo. Sólo hay una máxima válida: MARICÓN EL ÚLTIMO. Así de simple, y así de jodido. Así de duro. Porque precisamente por eso es grande el ciclismo, porque se va al límite, por la épica, porque la gente echa puta sangre por la boca por ganar, porque se mean encima para cruzar antes que el otro esa puta línea blanca, porque lloran de puto dolor, porque se juegan la puta vida bajando, porque te caes y eso es parte del juego, porque la mayor parte de las veces pierdes la apuesta después de dejarte la puta piel encima del sillín del infierno. El ciclismo es muy grande porque en la carretera no hay piedad, ni amigos, ni gaitas en vinagre. Sólo dolor, sangre, sudor, lágrimas y puta soledad. Por eso es grande, joder, porque hay uno que va delante, y una jauría de doscientos galgos persiguiendo detrás, pidiendo sangre. Porque sólo hay uno que gana. Y porque te dejarías desollar vivo antes que no ser ese uno. Lo que les decía, MARICÓN EL ÚLTIMO.

Evidentemente hay alguna excepción a la regla. En general no está muy bien visto meterle un palo entre los radios al rival, o darle una patada mientras baja a 90 por hora, o, por raro que parezca, también está un poco feo ir con una catana descuartizando a todo aquel que ose adelantarte. Eso es juego sucio. Ahora bien, si te caes, te jodes. Es parte de este puto deporte. Se acepta y punto. Sólo hay dos tipos de ciclistas, los que se han caído y los que se van a caer. Hoy te toca a ti, y mañana a mí (toco madera). Lo que digo, te jodes, te levantas lo más rápido que puedas (si es que puedes), y a machacarte para cazar al grupo. Porque aquí no se espera ni a dios. Y ojo al matiz, he dicho que no se espera, no que haga falta atacar cuando hay montonera. Pero es que incluso si uno atacara aprovechando la caída de alguien, pongamos incluso por caso la caída de su propio hermano, que se queda hecho mierda entre los adoquines y con una clavícula partida en tres, incluso en ese caso extremo digo, no habría nada que objetar, te jodes si te ha pillado el corte, agachas la cabeza, y tiras para adelante sin lloriqueos, apretando primero la izquierda y luego la derecha, hasta que te duelan tanto las piernas que pienses que van a arder por combustión espontánea. Porque repito, esto es así de duro, y así de jodido, y aquí no se da tregua ni a tu puta madre. MARICÓN EL ÚLTIMO.

Así que si en este deporte, cuando la carrera está lanzada, no sólo no se para a ver qué le ha pasado a la sangre de tu sangre, sino que se toma ventaja de ello, mucho menos se puede exigir que uno pare cuando el anormal de tu máximo rival ha sido tan pardillo como para sacar la cadena en pleno ataque. Te jodes. Aprende a cambiar. Para quitar plato hay que sentarse, imbécil. Así que lo que hay que hacer es seguir para arriba, como un jodido obús, más rápido si cabe, y urgar en la puta herida. Que sufra el perro. Que eche putos espumarajos por la boca si quiere agarrarte. Pero desde luego es absurdo pensar, que ante un fallo de juvenil de tu archienemigo, tengas que parar a ver si se encuentra bien, a preguntarle qué le ha pasado, a meterle la cadena caso de que tenga dificultades, y a lamerle los cojones si los tiene doloridos después de tanto rato encima del sillín. Eso no es juego limpio. Eso es ser anormal. Y desde luego, por más que una panda de comevergas lo escriban en los periódicos, eso no es puto ciclismo. Porque ahí no llora nadie más que de puto asco. Y en el ciclismo se llora de dolor y de rabia.

Ahora, lo que ya es cogérsela con papel de fumar, y convertir esto en un jodido circo de mamoneo y mariconismo sin fin, es que como al pobrecito ayer se le salió la cadenita, y hoy ha ido tirando toda la subidita (porque le interesaba, añado), pues se merece ganar la etapa y se la regalo. Eso es un puto paripé. Una puta comedia. Un puto fraude para gente que lleva dos días haciendo noche allí arriba sólo para ver la llegada de gente que se supone que se va a dejar la vida por ganar. Y que al final lo que hace es guiñarse el ojo, abrazarse y darse besitos en los morros. Que les folle un puto puercoespín. Es que se lo merecía. Tócate los cojones. Me la suda que se lo mereciese. El ciclismo no es justo. El ciclismo es una putada. Por eso es tan grande cuando se gana. Y si no que se lo digan a Beloki retorciéndose de puto dolor en la cuneta con la cadera rota. O sin irnos tan lejos, a Carlitos Barredo, 45 putos kilómetros escapado, echándole más cojones que los 300 espartanos juntos, dejándose el puto alma en la carretera, para que los hijos de puta de atrás le cacen a un kilómetro de meta, un mísero y jodido kilómetro, y le dejen tirado sin piedad y como a un perro. ¿No se merecía ganar?. Claro que sí, mucho más que el otro moñas que hizo una subida de mierda. ¿Y ganó?. No, no ganó. Sólo sufrió y lloró al llegar. Octavo. Por eso es grande este puto deporte de mierda. Y no por darse besitos y abrazos con el de enfrente. Si quieren ver finales felices se alquilan una puta peli de Meg Ryan. No te jode.

miércoles, junio 30, 2010

Highway to hell

Bueno hala, hoy toca batallita deportiva. Sí, otra vez. Si están hasta los cojones de las mismas se lo toman en dos veces. No te jode, yo no tengo la culpa de estar todo el puto día sudado y aguantando dolor. La culpa la tienen los cabrones que organizan eventos para subnormales a los que les gusta sudar y aguantar dolor. Los muy hijos de puta te ponen ahí el caramelito, te dicen qué pasa, que eres una nenaza, y claro, uno no es una nenaza, así que acaba yendo.

Quebrantahuesos, se llamaba la de esta vez. El nombre es bastante explícito. Y no por el pajarraco. Por como te sientes al llegar. 205 kilómetros en bici por los Pirineos. Tres puertos de cagarse por la pata abajo. Somport, alias “¿Ha empezado ya el puerto?”, Marie Blanque, alias “El puto muro”, y Portalet, alias “¿Dónde acaba esta puta tortura?”. Una tachuelilla al final para rematar. Hoz de Jaca, alias “Esto no era para nada necesario”. Todo altamente divertido.

Tú tienes compañeros de fatigas que ya la han hecho, y que en su día juraron no volver, y que como son gilipollas ahí están un año más al pie del cañón. Así que ya vas sobre aviso. Amigo, mete toda la tuerca que puedas atrás, que falta te va a hacer en el Marie Blanque. Tú eres un hombretón de pelo en pecho (cuando no te lo depilas como una maricona), pero no un imbécil, así que además de entrenar bastante duro los últimos 15 días, vas donde tu mecánico de confianza y le dices que te meta atrás un 25, que el 23 que llevas no te gusta nada. Irlandés, con la edad te me estás ablandando. Salva, no me toques los cojones, que es fácil hablar cuando no eres tú el que tiene que bajar el pedal. Sigo diciendo que con un 23 vas sobrado, a ver ¿a dónde te vas esta vez?. A la Quebrantahuesos, al Marie Blanque. Ah, joder, (te mira de reojo), bueno, en ese caso si quieres te meto el 26 que a lo mejor el 25 te va un poco justo. Pues no, mira, ahora no quiero yo, lo voy a subir con el 25 por mis cojones, mariloles. Así me gusta, joder, a reventar esos riñones de irlandés cirrótico que dios te dio. Naturalmente.

Pues eso, en Sabiñánigo que te plantas con tus amiguetes. El día amanece despejado, un poco fresco, pero despejado. Así que nada, que somos del norte, culotte corto, maillot corto, manguitos, corta vientos, y camiseta interior de cacamoña. Y lo mismo hasta me estoy pasando, que luego siempre me aso de calor. Se sale, todo el mundo a toda ostia. Te metes en el primer grupetto que encuentras. Cómodo, a casi 40 por hora hasta pie de puerto. Bueno, hasta pie de puerto, o hasta algún punto cercano, porque no hay quién sepa dónde empieza el Somport de los cojones. Vas quitando y metiendo plato a partes iguales. Esto es jauja. Todo pinta bien si no es por esas nubes grises que hay al fondo del valle. Al poco las nubes grises ya no son grises. Ahora son negras que te rilas. Y ya no están al fondo del valle. Ahora están sobre tu puto cogote. Empieza a llover. Bueno, yo soy irlandés, será por agua, no te jode. Sigues subiendo. Buen ritmo. Al poco comienzas a ver gente bajando. Uno dice que arriba nieva. Sonríes, qué cachondo el tío. Espero. Vaya, sí que hace fresquete sí. Ya vas empapado. Empiezas a notar viento de cara. Viento del norte. Su puta madre. Llegas arriba. Aguanieve. Cuatro grados. El frío sobre una bici, mojado, sin la ropa adecuada, y con aire de cara mejor se lo imaginan ustedes, que a mí me da la risa de recordarlo.

Al cabo de un par de kilómetros de bajar ya no sientes las manos. Ni los frenos. Te tiembla todo el cuerpo y la bici te va haciendo extraños de los putos espasmos. Las condiciones ideales para bajar por una carretera que es una jodida pista de patinaje. Los huevos de corbata cada vez que el cuenta pasa de 55. Ves a peña que va más despacio que cuando subía. A los cuatro kilómetros vas prácticamente sin frenos de tanto agua y tanta mierda. La tiritona de campeonato. Llegas abajo y no tienes fuerzas en los dedos ni para cambiar, lo justo para agarrarte al manillar. Miras al tipo que va al lado. Espero tener mejor pinta que él, porque yo le doy unos cinco minutos de vida. El tipo te mira, y pone cara de que tu aspecto tampoco es para echar cohetes. Sonríes. Y mi madre en casa preocupada por si me drogo, le sueltas. El tipo se ríe. Pero no contesta y sigue a lo suyo, concentrado en intentar hacer llegar algo de calor al cuerpo. Sin conseguirlo, claro.

Escot. Sigue lloviendo como si lo fueran a prohibir. Giro a la derecha y empieza el Marie Blanque. Tú das gracias al cielo. Llevas toda la bajada deseando empezar a subir. Lo que sea con tal de entrar en calor. Lo cinco primeros kilómetros muy cómodos. Pim pam, pim pam. ¿Y esto era lo que tenía que asustarme?. Entonces llegas al cartel de 4 kilómetros a cima. Alguien a tu lado dice “highway to hell”, tú miras para arriba y ves una recta de 400 metros, plagada de gente encorvada, sufriendo como puercos, culebreando por la carretera y haciendo auténticas virguerías para mantenerse encima de la bici. Van a la velocidad justa para no caerse. La madre que me parió. Accionas la maneta a toda ostia buscando el 25 que te puso Salva. Lo encuentras. Buscas más arriba pero ya no quedan coronas. Esto es lo que hay amigo. Empieza el muro. Cuatro putos kilómetros, a más del 11% y sin un jodido descansillo donde tomar aire. Cerca de media hora de agonía. Cabeceas de un lado a otro, casi comiéndote el manillar, boqueando como un puto pez fuera del agua. El cuentakilómetros todo el rato entre 9 y 9,5. El pulsómetro todo el rato por encima de 160. Ya no tienes frío. En el último kilómetro vas pensando en la corona de 26 dientes que te dejaste en la tierruca. Ahí está bien. Llegas arriba a casi 180 pulsaciones, con tu puto corazón de dos velocidades a punto de salírsete por la boca. Rezas porque no le dé por meter segunda. Pero no, de momento se porta.


Ojo al tipo de verde pistacho que desaparece por la izquierda del vídeo en el segundo 23-24

Sigue lloviendo. Bajas otra vez cagado de miedo. Otra vez al borde de la hipotermia. Laruns. Giro a la derecha. Empieza el Portalet. 28 kilómetros de puerto, que se dice pronto. Te mentalizas. Amigo, dos horas subiendo. Así que, paciencia. Vista, valor, y al toro. Cuando llevas 100 metros, oyes que te animan por el nombre. ¡Vamos irlandés, vamos!. Esto tiene que ser el jodido frío, que ya oigo hasta voces. No, no es el frío, es la andaluza, y el resto de partes contratantes de mis amiguetes. Que se han venido en coche y llevan media hora bajo el agua, chupando frío, sólo para ver pasar a los imbéciles de sus compañeros de piso. Paro. Hola chicas. Hola irlandés, tienes un color un poco raro ¿qué tal vas?. De fuerzas de puta madre, de frío mejor ni os cuento. Bueno venga, sigue sigue, que te vas a quedar frío. Nena, si me quedo más frío dejo de respirar. Foto, foto. Bajas los 100 metros y los vuelves a subir para la foto. Los tipos que están enfrente flipan. Este es gilipollas. Pues sí, pero es que pasado cierto umbral te la empieza a sudar todo. Te despides y sigues para arriba. Puerto de ritmo. De no cebarse, de ir a lo tuyo, de llevar cadencia y no matar el músculo. Pasas cinco kilómetros malos con náuseas y ganas de potar. Pero bueno, en 28 kilómetros lo raro es no pasar cinco malos. Los dos últimos kilómetros las cunetas llenas de gente. Estos sí que están como chotas. Te animan como si fueras el puto Perico. Corren a tu lado, agitan banderas, se desgañitan contigo, hasta te ofrecen cocacolas sin abrir. Tú ni te lo crees. Lo mismo es que voy el primero. Pero no, no vas el primero, de hecho el primero pasó por allí hace hora y media.

Llegas arriba un poco tostadete. Sigue lloviendo. Cinco grados. Sacas la bolsa de plástico de cierre hermético con tu inhalador porque con el frío se te han cerrado los bronquios. No consigues abrirla porque no tienes fuerza en las manos. Viene un tipo a toda ostia. Grande chaval, trae para acá. Me abre la bolsa, saca el inhalador, me lo da, me chuto, lo coge, cierra la bolsa, me la mete en el maillot, saca de algún lado un periódico seco y me lo coloca en el pecho. ¡Vamos zagal, vamos que ya lo tienes hecho!. Para abajo. A los seis kilómetros deja de llover. Aleluya. Pinchas. Cagoensatán. Paras en la cuneta a esperar a que venga un coche de asistencia porque en ese momento tus manos tienen la misma utilidad que dos putos muñones. Se acercan dos tipos y te dicen que no te preocupes. Te cogen la bici, se llenan de mierda y te cambian la rueda. Sigues flipando. Joder, tú no eres nadie, ostia, nadie, y tienes más gente a tu servicio que el puto Indurain. Gracias. Ni gracias ni ostias, venga zagal, venga. Tiras para abajo, te subes la Hoz de Jaca casi con la carrerilla, te metes en un grupetto y llegas a meta, 7 horas y 52 minutos después de haber salido. Con sol. Su puta madre. A buenas horas, mangas verdes.

Bueno, pues ya está, me dice mi puto diablillo del hombro izquierdo. 3.8 kilómetros nadando, con la minga nos los follamos. 180 kilómetros llanos en bici, hechos sobradamente. 42.195 kilómetros corriendo, conseguido. Eso sí, por separado. Ya sólo falta juntarlo. Pan comido.

lunes, junio 21, 2010

Podróż, podróż

Sentado en mi trono de la paciencia cartilaginosa, y pertrechado con una conexión a Internet vía corriente eléctrica (el siglo XXI, amigos), me hallo en disposición de compartir con todos ustedes un escrito facilitado por el Retirao en el que relata su más reciente experiencia viajera y deja a la altura del betún la del menda con destino Berlín. Y yo que pensaba que mis salidas al extranjero eran trepidantes...

Santander - Toruń en sólo 50 horas

Son las 19:10. Tengo 50 minutos para terminar de preparar unas cosas y llegar a la estación de autobuses.

Cuando estoy colgando la ropa, mi tendedero decide caer estrepitosamente. Intento nivelarlo, pero tras 10 minutos de pelea, soy incapaz. Acabo dejando la ropa colgada en sillas de mala manera y saliendo con más prisa de la esperada para la estación.

El viaje no ha empezado bien.

Llego al autobús con el tiempo justo. Primera parada: Bilbao. Pero a las afueras de Bilbao hay obras, así que el autobús tarda 20 minutos más de lo esperado.

Decididamente hay algo en este viaje que está saliendo torcido.

Después de pasar la típica noche anterior a un viaje de despertarse varias veces durante la noche, al día siguiente salgo nuevamente con el tiempo justo al aeropuerto. Llego a la estación un minuto antes de que el autobús para el aeropuerto salga.

Bueno, parece que con el nuevo día mi suerte ha cambiado.

Llego bien de tiempo al aeropuerto, y cuando estoy en la cola para facturar, me fijo en los carteles: mi avión a Munich va con retraso debido a que han cambiado el avión por una avería. ¿Cuánto? 35 minutos. Ya, y yo tengo 40 minutos para coger mi enlace. Me da que no lo pillo.

No pasa nada. Voy donde los amables empleados de Lufthansa para que me lo resuelvan. "Sí, no se preocupe", y me dan Bilbao - Dusseldorf - Varsovia, llegando a Varsovia a las 19:00, solamente 3 horas más tarde de lo esperado.

Claro que...

- Disculpe, antes de cambiarme la reserva, ¿me podrían dejar ver horarios de trenes en internet?

Veo que hay un tren Varsovia - Toruń a las 19:00. Así que si los aviones llegan a la hora y tardo 0 minutos del aeropuerto a la estación de trenes, podré pillarlo. Pero me da que la estación no está tan cerca... bueno, no pasa nada, a ver el siguiente tren...

El siguiente tren sale de Varsovia a las 22:55 y llega a Toruń a las 2:30. Así que sólo tendría que estar 3 horas esperando en Varsovia en la estación de trenes llena de policía (están ahí por un motivo) y pasar 3 horas en el típico tren nocturno desértico polaco. Todo esto contando con que a esas horas todavía puedan ir a recogerme, que la gente trabaja. Mis conocimientos de esos trenes del "más al este del muro pero es el centro" de Europa me impiden aceptar la generosa oferta de mi compañía aérea.

Pero no pasa nada: sí me permiten cambiar el vuelo al día siguiente. Eso sí, la vuelta no me dejan cambiarla.

- ¿Quiere a la misma hora o antes?

Anda que si mañana me pasa lo mismo...

Así que cojo vuelo para el día siguiente a las 8:00, y paso un día entero en Bilbao matando el tiempo e intentando que el desgaste mental que me producen los viajes no se vaya al extremo.
The island isn't done with you yet.
Al día siguiente facturo correctamente. Todo va como la seda.

Bueno, no exactamente.

Después de matar el tiempo una hora y pasar el control de seguridad, justo cuando voy a la puerta de embarque aparece mi vuelo en pantalla. Retrasado 30 minutos. Y esta vez tengo 55 minutos para el enlace. ¿Llegaré o no llegaré? Sólo espero que no vaya la maleta en un avión y yo en otro.

Las dudas se despejan en cuanto subimos al avión. Como hay huelga en Francia, vamos a tener que volar dando un rodeo y vamos a tardar media hora más de lo previsto. Así que el retraso ya es de una hora. Pero como además vamos tarde, hay más aviones merodeando por el aeropuerto, y tardan 20 minutos en darnos pista para despegar. Como al llegar a Munich me manden a Varsovia no mucho antes de las 19:00, les digo que de vuelta para Bilbao y cancelo el viaje.

Pero todavía no hay que relajarse: "no se preocupe: a lo mejor el vuelo que tenía que coger también va tarde". Así que según lleguemos al aeropuerto hay que buscar el vuelo a toda pastilla. Pero ya se ha ido hace rato.

Nuevamente voy al mostrador de Lufthansa a que me cambien el billete. Curiosamente me dan para la hora que tenía que haber cogido el día anterior. La buena noticia es que si hubiera intentado coger el avión de las 12 de Bilbao me habría pasado dos días seguidos lo mismo, habría cancelado el viaje, y mi cara se habría quedado inmóvil por la incredulidad durante el resto de mi vida.

Pero no hay que preocuparse. El avión llega a Varsovia a las 16:15, que es sólo 4 horas más tarde de lo que tenía previsto llegar hoy, y sólo 24 horas más tarde de lo que tenía previsto llegar al salir de Santander. Aún tengo 6 horas para llegar al concierto de AC/DC. Claro, que, una vez más (y van 3), no tengo entrada...

Como he repasado el plan mentalmente 50 veces, lo hago todo a velocidad sobrenatural: pongo en práctica todo el polaco que conozco para rechazar las generosas ofertas de taxi, pregunto en información dónde hay un cajero, dónde se coge el autobús y dónde se sacan los billetes (los conductores allí no los venden), y saco el dinero.


Relación Euro - Zloty: de esas 2 semanas, adivine el día en que el Retirao sacó dinero

Los billetes se sacan o en el quiosco o en la máquina que hay en la parada de autobús. No soy bueno tratando con máquinas, pero soy todavía peor tratando con personas, así que voy a la parada.

Una vez me las arreglo para seleccionar el billete que quiero, la máquina me rechaza el dinero que introduzco. ¿Será que es mucho? Pues el cajero no da monedas... me dice la máquina que hay un error y que siga las instrucciones que aparecen en la pantalla. Dicha pantalla está en blanco. Mientras tanto, pasa el autobús.

Bueno, al plan B. Voy al quiosco y pongo en práctica el resto de mis conocimientos de polaco para pedir un billete de autobús normal. Me contestan que lo compre en la máquina que hay en la parada de autobús.

Vuelta a la parada de las narices, y veo que hay opción de pagar con tarjeta. Seguro que mi banco me cobra comisiones, pero bueno, mejor eso que quedarme a vivir en el aeropuerto.

Llego por fin a la estación de trenes de Varsovia. O justo enfrente, mejor dicho.

Para cruzar hay que pasar el típico subterráneo cuyo familiar olor a podrido ya había conseguido olvidar después de 3 años. Por supuesto, la primera vez me pierdo, pero tras preguntar a gente con mi amplio repertorio de polaco recién adquirido y seguir unas escaleras a bulto, por fin llego.

Son las 17:23, así que llego con 17 minutos de sobra para coger mi tren de las 17:40.

Tras hacer 26 minutos de cola para sacar el billete, algo me dice que no me va a dar tiempo, así que por si acaso saco billete para el siguiente tren, de las 18:55.

Sigo preguntando cosas a gente, y llego a la siguiente conclusión científica: de cada 8 jóvenes polacos, 4 no hablan inglés, 3 entienden algo, y 1 lo habla muy bien. Una de las que entienden algo me deja su móvil para llamar y avisar de que por tercera vez llego tarde. Como no acepta que le pague la llamada (y no me habría gustado tener que hacerlo), 10 minutos más tarde se me ocurre que ya que no llevo sobaos encima, se puede agradecer con una corbata. Por suerte la chica es más lenta que mi cerebro y todavía está en la estación, así que Revilla puede estar orgulloso.

A las 18:55 llevo ya unos minutos en el andén, y ahí ni llega el tren ni se anuncia nada. Claro que a lo mejor lo han cambiado de andén y sólo lo han dicho por megafonía y no me he enterado.

Pero no, el tren llega finalmente. Un tren muy cómodo. Ahora sólo hay que mantener la mente alerta y bajarse en la parada correcta, que de noche es fácil confundirse.
Know that we'll still have each other, you can stand under my umbrella
El tren tiene prevista la llegada a las 21:40. A las 21:50 llegamos a una parada que no aparecía en el itinerario. Bueno, era mi última oportunidad para que las cosas se torcieran, pero aplico el buen criterio y todo sale bien.
We're together now. Everything's going to be fine. You'll see.
En resumen:

* Hora prevista de llegada: día 26 a las 20:28.
* Hora real de llegada: día 27 a las 21:58.
* Medios de transporte perdidos: 2 aviones, 1 autobús, y 1 tren.

Sólo 25 horas de retraso, para completar 50 horas y cuarto de viaje. Me quedo apenas a una hora de
mi récord.

Las próximas vacaciones me quedo en casa...

Dedicado a todos aquellos que alguna vez
casi no han cogido un avión.

martes, junio 08, 2010

Una de sondas anales

En realidad yo hoy iba a contarles lo de mi corazón de dos velocidades, y todo el divertido proceso que tuvieron a bien hacerme unas personas muy simpáticas para intentar quitarle la segunda marcha y dejarle como el de todo hijo de vecino, con una sola, que ya es bastante. Pero total, como el susodicho intento fue un fracaso absoluto, y me tienen que repetir toda la movida, con sus anestesias, sus catéteres, sus enfermeras tocándome el ciruelo y alrededores, y todas esas cosas tan divertidas a mediodía alegría, pues ya se lo relataré la próxima vez oigan. De momento tendrán que conformarse con lo de las abducciones alienígenas.


Asociación de Abducidos de Compostela. Tela marinera amigos. La AAC, ni más ni menos. Respetada y reconocida institución donde las haiga. Lo que yo me pregunto es, para que haya una asociación de esta índole, ¿qué puto porcentaje de la población de Santiago ha sido abducida al menos una vez?. Calculo yo que por lo bajo al menos a uno de cada tres vecinos de la susodicha localidad le han metido una sonda anal por el culo. De esas que al principio duelen un poco pero que luego ya les vas cogiendo el gustirrinín (según las propias declaraciones del propio presidente de la propia asociación). Digo yo que ante esta plaga de ataques anales, el cabildo y asociados hayan tomado ya medidas urgentes y se repartan gratuitamente por el pueblo botes de vaselina de considerable tamaño, para paliar en lo posible las molestias de la primera vez.

Hombre, una cosa está clara, los aliens son aliens, pero no gilipollas. No creas tú que se dedican a porculizar peña en Villaconejos de la Pepitilla, estepa Pacense. No. Ellos se van a Santiago, donde después de una agotadora mañana de sondar ortos, se pueden meter una buena mariscada con alvariño, y encima departir en alegre algarabía sobre percebes y nécoras con los sondados. Todo claro está, con el único objetivo de confraternizar y de coger fuerzas para la sesión vespertina de desvirgamiento.

Y es que parece evidente que el Stephen Hawking este puede que sepa algo de agujeros negros (aunque también es dudoso), pero que de gentes extraterrestres anda muy mal informado. Entes les llama el muy mamón. Cuando todo el mundo sabe, de toda la vida de dios, que son lagartos. O es que no ha visto UVE. Válgame dios, cuánta ignorancia hay por el mundo. Y luego tienen los cojones de llamarse investigadores. Pues si estos cintifiquillos de pacotilla hubieran tenido el más mínimo interés por informarse sabrían perfectamente, porque para eso está la AAC, que evidentemente estos lagartos del más allá, vagan por el universo a lo largo de millones de años luz de distancia, sonda anal en mano (o en pata, no quiero ser inexacto), preparados y dispuestos para metérsela por el culo al primer ser humano que encuentren. Y si es gallego mejor. Que seguro que encima le invita a unos orujos y a unas cigalas.

Lo que debería hacer el tipejo este y sus compinches antes de hablar, y me refiero de nuevo a Stephen Hawking, es irse una noche con la AAC a la campiña colindante con Santiago para sentarse a la luz de las estrellas (si no está nublado, claro) a comerse unas palomitas (o una papilla de palomitas, quizá mejor en su caso) mientras escudriña el cielo a la espera de que las ordas lagartiles bajen en sus tecnológicas naves para meterle una pera anal de alta precisión por su tercer ojo. Y entonces ya podrá opinar con conocimiento de causa sobre extraterrestres, sobre mariscadas y sobre agujeros negros (de los del espacio, y de los que tienen pelo alrededor).

viernes, mayo 14, 2010

Mr. Elegancia 2010

¿Cómo osan tacharnos de feuchos y poco estilosos, así, tan a la ligera? ¡Y en la pérfida Albión, nada menos, que ya sabemos cómo se las gastan y lo poco que les cuesta despreciar lo ajeno a sus islotes, plenos de comida discutible (eso es una historia para otro día)! Y mira que ahí sí que los difíciles de ver se cuentan por doquier.

Así que el día que me topé con esto en pleno folleto publicitario, no pude por menos que tomar cartas en el asunto y salir a la calle de esta guisa, todo maneras y prestancia. Y es que, ya lo saben, se tiene o no se tiene.

Ningún cojín masajeador gatuno fue maltratado en la elaboración de este reportaje

No sé por qué causó tanto revuelo el atuendo entre mis allegados, cuando bien saben que siempre gusto de lucir palmito a la última. Siempre que las playeras, los vaqueros raidos y las camisetas de dibujitos y mensajes variados sean "la última", claro.

Vale, sí, la camiseta discotequera con la que me presenté a aquel partido en mi madre patria quizá era un poco excesiva, pero basta ya de vacile Coach H. Cónyuge b la compró con la mejor intención. ¿Quién le iba a decir a ella que pudiera existir una prenda que no le quedara bien a su chorbo?

Mucha envidia es lo que hay en la pozona, mucha envidia.

miércoles, mayo 12, 2010

Parecidos razonables menosmoléricos

Por mucho tiempo que haya pasado desde que Juanisho me puso en la pista, la cosa no ha perdido vigencia, ya que estamos hablando de símbolos imperecedores de la cultura occidental.

Y es que tanto por características físicas como por actitud ante la vida, en la que anda enfrentado con un campeón de la humanidad, la comparativa entre el polémico accionista del Banco Santander (astur tenía que ser) y el Doctor Maligno resultaba obvia:


Pero sus malas artes no conseguirán borrar la eterna sonrisa de triunfador del rostro de su némesis. ¡Llea, beibi!

Photoshop disasters era esto

Por cierto, ¿somos los únicos que se han percatado del parentesco entre el Ministro de Educadión y el soez gañán conocido como Marlo?

martes, mayo 11, 2010

Fue a por trabajo y...

Surjo desde mi letargo para permitir a Renazhete dar salida, con luz y taquígrafos, a un espeluznante relato de esos que han jalonado su trayectoria en la Universidad de la Calle. No me enrollo más, que el tipo viene con ganas. Ni que le pagáramos por número de palabras.

Esta historia basada en hechos reales, como si de un telefilm de sobremesa de Antena 3 se tratara, cuenta la historia de dos jóvenes que crecen felices y risueños en una ciudad del norte de la bella España.

Nuestra encantadora pareja de tórtolos enamorados disfruta de la vida y sus quehaceres con la normalidad que el placer y la comodidad te ofrece. No obstante, esto lo han conseguido a base del duro esfuerzo del trabajo, el tesón, y sobre todo la dedicación a no gastar más allá de lo necesario y saber administrarse con relativo esmero.


Y así llegan a cumplir 3 años de indescriptible felicidad. Él con un nuevo tajo como futuro maestro de un oficio y ella, a la espera de encontrar el definitivo, compaginando dos trabajos de lunes a domingo que la dejan exhausta.


Hasta aquí todo sigue su curso, nadie se hace rico trabajando, pero como dijo un buen sabio,
"el ahorro y la economía son la mejor lotería".

Y así todo, han pasado las vicisitudes del despido de él, de la reducción de jornada laboral de ella, y para colmo entre medias la posibilidad de poder seguir pagando el nidito de amor que han encontrado en un pueblo costero. Pero aín con todo esto han sabido seguir adelante, con la bandera de la victoria enarbolada al frente.


Pero llega un momento en que esa bandera se cae, en el que la realidad, esa cruda realidad, te devuelve de golpe al duro suelo. Un suelo que te hace añicos y te destroza y del que cuesta mucho salir otra vez más para seguir luchando.


Llegamos al momento crucial. Hará cosa de unas semanas, ella, por casualidades del destino, recibe una llamada telefónica en la que se le dice que su currículo vitae ha sido seleccionado para una candidatura a un puesto de trabajo en una asesoría. Tras pasar el filtro de la entrevista personal, a la semana siguiente recibe nuevamente una llamada en la que se le dice que ha sido seleccionada para el puesto y que su incorporación será en una semana, se la insta a que arregle su situación laboral actual y que con premura y presteza prusiana haga acopio y recopile toda la información que se la pide. Así pues ella facilita todo tipo de documentación, certificados de notas, títulos académicos, practicas firmadas, número de la seguridad social, número de cuenta corriente; toda ella es entregada. Así llegamos al miércoles de la semana pasada en el que nuestra heroína es llamada a su nuevo puesto de trabajo como si de a filas fuese llamado un soldado militar. Pero esta llamada no es su nuevo comienzo, no, todavía tendrá que esperar al lunes 10 de mayo. Esta llamada es solamente para que vea su nuevo puesto de trabajo, se la comenten sus funciones y se le enseñe su nuevo despacho, porque sí queridos lectores, ella va a tener hasta un despacho nuevo.


A todo esto, ella, que ha pensado en todo y en todos, ha dejado solamente uno de los dos trabajos por si acaso, aquel que le embarga las semanas enteras, y procurando el bien a su otrora valedora ha conseguido una persona para que cubra la plaza que ella misma deja; con lo que una vez firmada la baja voluntaria, deja por fin el trabajo semanal.


Con el ansia viva de empezar un nuevo trabajo ella cuenta las horas, los minutos, hasta los segundos que quedan para que lleguen el lunes y se incorpore en su puesto…


Pero la felicidad de un próspero cambio se torna en tristeza. La luz por la evolución personal de la persona en la vida se vuelve oscura, opaca, sombría por la desdicha de lo que van a oír.


En la trágica noche del jueves 6 de mayo, hacia las 10 de la noche, con alevosía y nocturnidad, una perturbadora llamada de teléfono hace temblar los cimientos del nº 6 de la C/ XXXXX. No soy poseedor de la trascripción telefónica, pero en resumen esto es lo que se puede sacar en conclusión:


- Buenas noches Sñ. XXXX

- Buenas.

- Mira, te llamo de la asesoría XXXX. Siento comunicarte que el puesto que te hemos ofertado y por el cual te íbamos a contratar no te lo vamos a poder dar, debido a que la persona que esta de excedencia va a volver para recuperarlo.


(Desde que acaba la frase hasta que nuestra heroína responde pasan 4 segundos en los que, entre otras cosas, te has puesto rojo como un tomate y lo único que tu cabeza da para pensar es un farfulleo con la frase acolita: “¿Que, qué?”)


- ¿Cómo que ya no me dais el puesto?

- Sí, sentimos comunicártelo, pero nos ha sido tan repentino y no tenemos más puestos, así que si puedes recuperar tu antiguo puesto de trabajo...


(Al loro, frase memorable aquí “Así que si puedes recuperar tu antiguo puesto de trabajo”)


- Vamos a ver, cómo quieres que recupere mi puesto de trabajo si ya se lo han dado a otra persona.

- Y no puedes hablar con tu jefe.

- Y hacerle a la chica que ha entrado el lunes lo mismo que me estáis haciendo vosotros a mí…


Lo demás os lo podéis imaginar, vituperios varios hacia una persona que ni le va ni le viene y que a buen seguro retiraría el teléfono de la oreja cuando ella estaría henchida por la histeria del momento y entre otras cosas poniéndola a bajar de un burro por rastreros e hijos de la gran puta.


Y con todo esto, ahora esta feliz pareja está en la siguiente tesitura: de tener trabajo los dos, a sólo tenerlo uno y tirar del carro cuando dicha pareja tiene que pagar el mes que viene una entrada de mas de 11.000 euros para el nidito de amor.


¿Ineptitud de alguno? ¿Enchufismo maldito de los cojones de otro?


Un saludo.


PS - Hacedlo público a vuestros conocidos para que sepáis cómo se las gasta la crisis.

jueves, abril 15, 2010

Sobre universitarias feminismas

Alabados sean los dioses (de nuevo). Nuestra súper heroína particular, ministra en general, Mujer por antonomasia, e imbécil por la gracia de diosa, ha cogido carrerilla. Tras un tiempo de retiro espiritual pensando en nuevas ideas y formas con las que asombrar a la ciudadanía ciudadana, este vórtice del ingenio y la inteligencia sin parangón ha decidido dar rienda suelta a toda su evidente y desbordante capacidad cerebral. Primero fue lo del mapa del chichi. Y ahora, en otro alarde sin precedentes de intelecto y juicio preclaro, ha concluido que lo que de verdad necesita esta España nuestra es:


Pero claro que sí, joder, ya era hora de que alguien cogiera a la tora por las cuernas y planteara así, sin tapujos y a quemarropa, el tema que carcome las entrañas de cualquier persona de bien que circule actualmente por la calle. Yo, sin ir más lejos, siempre pensé que mi formación universitaria había quedado totalmente coja y huérfana por no haber recibido ninguna clase magistral sobre el apasionante mundo de las feminazis y las subnormalas de la gola y la pepitilla en las telecomunicaciones. Joder, al menos una de ellas tuvo que usar alguna vez un puto teléfono móvil, o un mando a distancia, o seguro que una ultra defensora de los derechos fundamentales del potorro encendió un día una radio. Pues nada oigan, ni una mísera mención a cualquiera de estos trascendentales hechos en la evolución de la humanidad en toda la jodida carrera. Lamentable se mire por donde se mire. Y todo, evidentemente, por culpa de unos carcas, cavernarios y retrógrados con polla que quieren mantener en el olvido actuaciones capitales en la liberación mujeril tales como el primer sms enviado entre dos feministas sin fronteras diciendo “o sea, tía, qué fuerte, tía”.

Menos mal que por fin ha llegado una miembra que se viste por los pies y lucha por los derechos educativos de las pobres personas analfabetas. De todas formas, adorada bibi, y si me permite el atrevimiento, no entiendo por qué esa modestia y esa falta de ambición por conseguir metas más altas, objetivos aún más audaces si cabe. No nos restrinjamos al feminismo mujer, también deberían impartirse clases sobre hembrismo, ovarismo, uterismo, y qué cojones, ya puestos, también potorrismo, claro que sí. Donde se darían asignaturas (súper troncales e hiper obligatorias, faltaría plus) tan útiles como “Humillando al hombre 1: ¿ya está dentro?” o el no menos práctico “Humillando al hombre 2: mi ex lo hacía mejor”, sin olvidarnos del éxito de matriculación asegurado “La reproducción asexual, porque si nos esforzamos un poco los hombres serán totalmente innecesarios”.

Bueno, pues nada, no es que yo entienda mucho sobre estos asuntos, pero querida ministra, me da a mí en la punta del cimbrel que lo del feminismo tiene poco que ver con la tan traída y llevada igualdad que tiene su ministerio por bandera y apellido. Además, sea usted valiente coño, déjese de tanta sutileza y vaya directa al meollo del asunto, joder, basta de rodeos y gilipolleces sin sentido, hasta el más tonto del haba sabe que en realidad el fin último de ese ente absurdo que preside es conseguir cambiarse el nombre por: Ministeria Del Ovario Y Me Cago En Todos Los Ciruelos, Nunca Mais (el MDOYMCETLCNM). Pues a ello querida, seguro que zapatitos secunda la moción.

Yo, mientras usted persigue sin descanso más flonantes logros en la historia de la lucha por los derechos de las mujeres del mundo, seguiré investigando a ver quién cojones la folló tan malamente como para que guarde usted tanta inquina, tanto escozor y tanto resentimiento mal disimulado hacia las pollas en general. Y es que, mi idolatrada ministra, por más que se empeñe usted, por más que la duela, y por más que quisiera poder hacer algo por evitarlo, la única verdad verdadera desde que el mundo es mundo es que “cuando sale el sol por las cumbres, hay más pollas en los coños, que pucheros en la lumbre”. Debería usted probarlo. Que falta la hace.

martes, marzo 09, 2010

42.195

Toda esta mierda empezó cuando el diablillo de mi hombro izquierdo, que es un hijo de la gran puta, me insinuó que eso de terminar medias maratones está bien, pero que evidentemente es una mariconada cuando existen las maratones enteras. Y joder, qué quieren que les diga, como idea abstracta y etérea, como objetivo difuso y lejano, como concepto un tanto romántico y poco práctico, pues la cosa tampoco tenía tan mala pinta. Ahora, la realidad pragmática del asunto, ya es otro cantar. A ver, yo ya sabía que no iba a hacer precisamente cosquillas, coño, quien más quien menos puede imaginarse que correr 42 kilómetros y 195 putos metros todos seguiditos no es precisamente algo que te vaya a producir un orgasmo. Y sí, efectivamente, duro es, pero bueno, uno ya va mentalizado para esa puta agonía. Para lo que uno no está preparado es para el infierno de antes.

Para los 800 kilómetros de entrenos que te has chupado como un campeón. Eso, y no lo otro, es lo jodido. Duro es levantarte a las 7 de la puta mañana, estar esquiando de sol a sol, llegar al apartamento absolutamente reventado, y en vez de quedarte tirado como un gusano, cambiarte de ropa, calzarte las zapatillas, y salir a la calle de noche, con cinco bajo cero y nevando, a trotar un rato y a subirte unas cuestas. Duro es tener que hacerte tiradas de más de 20 kilómetros con los gemelos contracturados, sabiendo que vas a tener que aguantar dolor desde que pongas el pie fuera del puto portal. Mierda puta, duro es tener dos rozaduras en las plantas de los pies del tamaño de un jodido huevo, sanguinolentas y supurando mierda blanca, y correr sobre ellas durante dos horas. Qué cojones, duro es llevar 45 kilómetros una semana, no poder con tu puta alma, y salir lloviendo a hacer otros 23, porque es lo que toca. Joder, duro es vivir durante tres meses en un estado semicomatoso de permanente agotamiento físico, y aún así salir a correr tú solito, sin perrito que te ladre, ni más compañía que tu puto cansancio y tu puto dolor. Eso amigos, es duro, los 42 kilómetros del final, son mariconadas. O bueno, quizá no tanto.

Y es que, se mire por donde se mire, sólo hay un calificativo para todo aquel que tan siquiera se plantee la mera posibilidad de correr un maratón: imbécil. Pero no de los tontucos que enternecen, no, un imbécil redomado, un subnormal, un auténtico retrasado mental. Un absoluto, y completo anormal. De esos que aun teniendo balas los arreabas con la culata. Pues nada, yo el primero, claro que sí, que no se diga por ahí que no hay huevos. Faltaría más.

Así que ahí estaba yo el domingo, a las 8:30 de la mañana, en Barcelona, junto con otros 12.000 imbéciles e imbécilas más, todos secos secos y con cara de hambre, esperando ansiosos a que nos dijeran, hala, ya, venga, a correr, reviéntense a gusto, subnormales. Todo eso después de haberte levantado a las 5:30 a desayunar (hecho que ya de por sí sería más que suficiente para que te encerrasen en un psiquiátrico), y haber cogido el metro camino de la salida a las 6:30, mientras la gente normal y de bien que vuelve a esas horas dando tumbos a recogerse a su casa (o a la casa de otra, si ha habido suerte) te mira como si fueras el mayor soplapollas que han visto en su vida. Pues sí, lo soy, y si tú no llevaras esa tajada encima te darías cuenta de que la tipa esa a la que vas encaramado y que te vas a follar en breve (si es que consigues que se te levante) no es digna de ser tocada ni con un puntero láser, así que no me toques los cojones. Cada uno con lo suyo, amigo.

Bueno, a lo que iba, que me disperso. La salida. Ya saben. Un pistoletazo, gente aplaudiendo, globitos al aire y todas esas movidas. Allá vamos, y a quien Dios se la dé, que San Pedro se la bendiga. Esperemos que los 300 kilos de pasta que te has comido los últimos tres días surtan efecto, porque si no, vas bien jodido. Objetivo para el que has entrenado: 3h30’00’’. O lo que es lo mismo a 4’58’’ el kilómetro. Pero joder, sales y enseguida cazas la zancada buena. Miras el reloj, vas a 4’45’’. Esto lo vas a pagar amigo, y lo sabes. Pero qué cojones, que no se diga que no lo intentaste. No te jode, nadie dijo que no fuera a doler, y mucho mejor que digan aquí murió un valiente que por ahí va un cobarde. Dónde va a parar. Por la media maratón en 1h40’05’’, y vas relativamente fresco. Te emocionas. A ese paso haces 3h20’, que para un neófito en estas lides es un tiempo más que respetable. Por el 30 empiezas a ir bastante tostado pero aún aguantas el ritmo. Del 30 al 32 la cosa decae. De ahí en adelante sólo dolor y sufrimiento. Ni un gramo de fuerza, ni reservas de dónde sacar. Aun así, y tirando de puro cojón y de pura mala ostia, consigues hacer del 30 al 35 en 24’30’’. Pero llevas ya 3 kilómetros retrasando una muerte anunciada. Desde el 32 son los 10 putos kilómetros más largos de tu puta vida. Las piernas agarrotadas y sin capacidad de respuesta. Vas porque hay que ir, porque por tus cojones que vas a cruzar esa jodida línea blanca. Ostia. Pero ya no te queda ni capacidad para sacar mala leche. Sólo quieres que pare ese dolor. Jodida tortura. Llevas el nombre en el dorsal, así que la gente te anima como si te conociera, a ti y a otros tantos de a tu alrededor, que van igual, o peor que tú. Vamos irlandés, vamos, que ya estás ahí. Y tú sabes que mienten, porque aún quedan 6000 metros de suplicio y de clavarte puñales en las piernas. Pero lo agradeces. Mierda que si lo agradeces. Sobre todo a la andaluza, que está hasta los cojones de tus gilipolleces, pero que aun así lleva siguiéndote en metro por toda la puta maratón, y que te conoce comos si te hubiera parido, y que en el 34 te ha visto bien jodido. Ya lo tienes irlandés, tira, tira, ostia, tira, vamos. Pero no hay de dónde tirar. Y querrías mandar sobre tu cabeza y hacer sonar el “Painkiller” para sacar un último gramo de energía de alguna parte que desconoces, pero la cabeza va por su lado, y sólo te repite una y otra vez el primer verso del gran Johnny Cash “I hurt myself today…” Puto Johnny, putos Judas, y puta sea mi estampa. Joder. Quién ostias me mandó a mí. Y por más que yo pudiera escribir aquí, el asunto es bien simple, en esos últimos 8 kilómetros todo se reduce a ver quién puede más, si tus cojones y tu fuerza de voluntad, o tu cuerpo que ha reventado y que literalmente ya no sabe ni a dónde va. Y sólo sigues porque como dijo aquel “you can quit and they won’t give a shit, but you will always know”.

Así que de alguna manera consigues cruzar la línea blanca. 3h25’01’’ después de haber salido. Un voluntario se acerca mientras tú juntas fuerzas para mantenerte en pie. Te dice algo que ni entiendes y se agacha a tu lado, te suelta el cordón de la zapatilla, te quita el chip de cronometraje, y te la vuelve a atar. Tú lo observas todo como si no fuera contigo. Andas como un puto boxeador sonado, mientras diversos tipos de azul te ponen una medalla al cuello, y te dan fruta. Agua, por favor. Ipso facto llega otro con un botellín de agua y medio litro de powerade que te ventilas sin respirar. La andaluza te dice que eres la puta ostia, y un subnormal, y que estás muy pálido. Va a por tu ropa mientras tú te sientas porque ya no puedes mantenerte en pie. Te cambias la camiseta, te pones un forro y un chubasquero, y aún así tiemblas como si te hubieran metido en una jodida cámara frigorífica porque tu cuerpo ya no tiene fuerzas ni para calentarse. Y las piernas te duelen tanto que desearías que te las arrancaran. Es en ese momento cuando el diablillo de tu hombro izquierdo, ese hijo de la gran puta, sale a saludar. Bien irlandés, bien, ya estás más cerca del Ironman. Que te follen, joder.

Porque esa, quién sabe, será otra historia.

lunes, marzo 08, 2010

Bajo presión

Señores de Caja Cantabria, esa publicidad que han hecho llegar a mi buzón de correo recientemente me parece inapropiada, tendenciosa y de un mal gusto tremendo.

Pese a lo que indique el DNI, uno se mantiene juvenil y lozano, y no está aún para según qué cosas.

A ver cómo, a la vista de esto, claro indicativo de las consideraciones habituales de la sociedad, le explico a cónyuge b que mi reloj biológico no va en hora, sino mas bien atrasado.

domingo, marzo 07, 2010

Cómo no lanzar un tiro libre

Y hablando de recuperar viejas tradiciones, aquí estamos con el post baloncestístico de los domingos, que de un tiempo a esta parte se había convertido en el post baloncestístico de cuando sea, y no son formas (ni tampoco alardes, Conradín*).

Con todos ustedes, posiblemente el tiro libre peor lanzado de la historia:


Ni en el Bezana Junior se ven cosas así. Y pueden creerme cuando les digo que se ven acciones graciosas, por no llamarlas atentados contra el basket.


PS - Vaya desde aquí todo el apoyo menosmolérico a el irlandés en su lucha contra el crono y su precaria patata en Catalonia is not Spain. T'estimem.


* Mal por ustedes si no pillan esta referencia. Ya están tardando en ver esa obra maestra de la cinematrografía patria que es "Airbag".

sábado, marzo 06, 2010

Recuperando viejas tradiciones

Y es que ya se echaba de menos un soplo de los buenos viejos tiempos en la tediosa rutina de la "gran" ciudad.

Una musiquilla característica me sorprendió saliendo de mi antiguo colegio... y con satisfacción comprobé su origen.

La cabra ha vuelto. Y lo ha hecho con el equipo al completo: trompeta, organillo, gorrilla y pedigüeña.

Sábados atrás anduvieron por mi zona de influencia ofreciendo su incomparable recital . Y según mi informador en el área hospitalaria, también por esa zona tuvieron actividad caprina. Así me gusta, que se recuperen ancestrales tradiciones.


Pero a pesar del despliegue humano y de medios, eché en falta algo...

¡La cabra (y su escalera, claro)!

viernes, marzo 05, 2010

Baseballs

Ante las insistentes presiones recibidas por parte de El Retirao, salgo de mi refugio y comparto con la concurrencia su descubrimiento.

Y para que quede claro, los conocía, sí, pero no se me pasó por la cabeza dedicarlos un post, y miren que su disco me ha satisfecho. Pero aún y cuando la producción posteadora dista mucho de la de tiempos pretéritos, voy a tratar de hacer un poder y dorar la píldora al del retiro llevando a cabo su seudo-petición.

Por cierto, ¿son alemanes? Lo que les faltaba para que mi idolatría se acrecentase. Según tenía entendido, durante la época que intentan "recuperar" musicalmente no había muy buen rollito entre germanos y yankis, ¿no?

Una rápida, que luego la gente se queja de que me extiendo mucho.

Si no los conocías, aquí hay material de post. Si los conocías, ¿por qué no has puesto un post ya?




jueves, marzo 04, 2010

Sobre anormales de la pepitilla

Por fin. La espera ha sido larga, pero como siempre ha merecido la pena. Naturalmente ha vuelto a ser ella, quién si no. Huy, qué falta de respeto la mía, perdonen el desliz, quería decir Ella. Con mayúscula, faltaría más. La Mujer por excelencia y por antonomasia, la tipa que es tan hembra que tiene cinco reglas a la semana, la progesterona en estado puro, los ovarios hechos carne, la feminazi por decreto, vamos, resumiendo, nuestra querida y celebérrima ministra de igual da (que me da lo mismo). Y es que nunca se la valorará lo suficiente como humorista. Un no parar, amigos. Este ser desprendido y siempre al tanto de los males que asolan a la sociedad, en un alarde de comprensión de las angustias de la ciudadana media, ha decidido gastarse la viruta en un estudio de evidente utilidad para el mundo (y la munda). Coño, que ya iba siendo hora de que por fin alguien se preocupe por analizar de forma concienzuda y sin tabúes los problemas que de verdad importan a las personas de a pie. Mierda, no sé cómo hemos podido sobrevivir hasta ahora sin… (chunchun, chunchun):

Sí amigos varones (y lesbianas). Nos han jodido. Pero bien. El puto mapa del tesoro. Ya saben, la X siempre marca el lugar. Ahora ya no va a haber excusa para no acertar. Orgasmos a tutiplén, y ni un gracias después, claro, porque será lo mínimo exigible. Lo que nos faltaba para el duro. No les digo más que se lo digo tó. A mi parte contratante se la hizo el chichi cocacola según leyó la noticia, mientras músicas celestiales (el Aleluya de Haendel y esas movidas) sonaban a su alrededor. Se hacen cargo de la situación, supongo. Desde entonces está en un sin vivir deseando que empiecen ya de una vez a repartirlo por la calle en divertidos y coloridos libelos informativos de tipo tríptico, para que me lo estudie de cabo a rabo a ver si de una puta vez consigo dar con la pepitilla. Buena la hemos hecho. Espero que por lo menos tengan la decencia de dar un GPS con el mapa, ya saben, tipo los de los coches, de esos que pitan más rápido cuanto más cerca estás del radar. Para hacerme una idea de si la cosa está fría o caliente.

Ya me imagino yo los innovadores métodos para follar que van a surgir a partir de ahora. En la mesilla de noche en vez de vibradores, geles lubricantes, berenjenas, bolas chinas, látigos, esposas y demás enseres típicos del fornicio, habrá compases, sextantes, transportadores de ángulos, y cartas astrales de latitudes y longitudes. Vamos, lo que viene siendo toda la impedimenta básica para que un buen marino llegue a puerto. Además, como ayuda básica para los navegantes torpes, en breve proliferarán por doquier los cursos tipo “aprenda a interpretar mapas en mil palabras”, o “explore el chumino en cinco cómodos pasos”, todos ellos por fascículos, y con una guitarra de regalo (ningún curso está completo si no te regalan una guitarra).

Ahora, una de las cuestiones que me carcomen y me mantienen en vilo desde que leí la flonante noticia es qué potorro habrán utilizado de modelo para tal tarea. Supongo que el de la ministra, naturalmente. El único potorro verdadero, el chochus maximus, la sublimación del chichi, las doce tribus de almejas era (que me perdone Don Francisco). En breve lo expondrán en el museo de patrones y medidas de París con un cartelito tipo, “higus potorrae, mapa clitoriano 2010”. O algo por el estilo. Por eso digo yo que haya estado desaparecida un tiempo (en el que he vivido sin vivir en mí ante la falta de noticias), porque estaba sirviendo de modelo para el mapa. Y eso, por mucha prisa que te quieras dar, lleva un ratuco. No es fácil encajar en un sitio tan estrecho a un ingeniero de minas y a dos topógrafos, con sus instrumentos de medida, ya saben, brújulas, tránsitos, teodolitos, odómetros, niveles fijos y basculantes, y todas esas cosas que seguramente nuestra ministra ahora conozca al potorrillo.

De todas formas quiero hacer un llamamiento desde aquí a las mujeres del mundo. Y es que, mis queridas amigas, ningún marino, por excelso que sea, es capaz de llegar a ningún sitio sin ver las estrellas. Así que aplíquense el cuento y reduzcan arbustaje, que si no, por mucho mapa, mucho GPS, y mucha buena voluntad que pongamos es imposible entrar en la cueva. Te quedas enredado. Además, nos da miedo la oscuridad, y los animalillos de la jungla. Poden, amigas, poden sin miedo. Las lianas nos impiden ver el lago. O, en su defecto, que la Aído regale un machete con el tríptico.

Pues nada, expectante quedo ante próximas entregas de este nuestro ministerio. Ya he puesto su web de página de inicio. Quiero ser el primero en leerme el estudio “El 69, ese gran desconocido: v2.0”. Aunque ese será sólo para expertos, no me jodan, encontrar la pepitilla, del revés, con la lengua, y encima con distracciones. Digno del circo del sol, amigos. Para ese, en vez de un mapa, van a tener que hacer la puta cartografía de las indias orientales.

PS: Por cierto, querida bibi, que como eso de hacer mapas sólo de pepitillas es muy poco paritario, y para que vea que en realidad soy un tipo comprensivo y súper enrollado de la muerte, la informo de que me ofrezco voluntario para que hagan también un mapa del glande. Eso sí, la pediría, si es tan amable, que antes viniera a comérmelo todo enterito para que así esté limpio cuando llegue el cartógrafo. O la cartógrafa.

martes, febrero 16, 2010

El relevo, garantizado

Desgarbado como el mayor. Lenguaraz como el mediano. Con las ganas y dotes para la fiesta de ambos hermanos sumadas. Señoras y señores, con todos ustedes y sin más dilación, la presentación en sociedad del más joven de la saga, el genuino y más que prometedor Adriá Gasol.


Esos gestitos con las manos en unos brazos que no parecen ir al compás con el resto del cuerpo son inconfundibles, ¿que no? A pesar de (o gracias a, no me acaba de quedar claro) superar la tasa de alcohol en sangre permitida para toda una familia de irlandeses de pura cepa, el chaval se marca un discurso de lo más aparente. Ideas claras, sí señor. Y con una fluidez en la exposición envidiable. Casi no le se tlaba la léngula ni nada.

Pero esperen, no se despisten, que continúa el speech:


Sublime. Y eso por no entrar en las dotes de tenor que se gasta desde bien mozuelo. Seguro que a Pau le pule al Sing Star.

Porque los nerds podemos evolucionar. Y más si hay sustancias inhibidoras de por medio.

Ah, y estáte tranquilo Andrew, que tengo bastante claro que encontrarás quien will gonna fuck you. No desesperes y persiste en tu empresa. Los menosmola están contigo.

domingo, febrero 14, 2010

De amores y deportes

Los de Puma están a todo y han preparado una buena alternativa de cara a las explicaciones con la parienta llegado el momento de decir hoy, Domingo día 14, jornada del enamoramiento grandes emporios comerciales mediantes, el habitual "bueno, que marcho al partido": un coro de hooligans y tifosi entonando a su peculiar estilo canciones de amor.

Que yo sepa, hay disponibles una de Savage Garden y otra de Umberto Tozzi, que aquí les cedo para que ensayen y cojan el tono. Elijan la que más rabia les de, o la que más positivo efecto consideren va a tener.


Y de problemas con la letra nada, no se amilanen y practiquen la una y la otra. Yo, como soy un listillo y veía la MTV en mis años mozos cuando ponían videoclips subtitulados, no tengo problema alguno, pero comprendo que muchos de ustedes se encuentren en la situación de despiste de Nach y es por ello que se lo pongo fácil. Que no se diga.


Por supuesto, es válido y lícito adaptarlo a una cancha de baloncesto, como sabiamente aplicaremos Coach H y servidor en unos instantes, esperemos que con satisfactorios resultados.

¡Hala, que haya suerte amigos!

martes, enero 19, 2010

Sobre confusas fases

Supongamos, un suponer oigan, que un profesor cualquiera de universidad (hago hincapié en lo de universidad, ya saben, gente con pelos en los huevos y esas movidas) decide un buen día poner un examen. Esto, dirán ustedes, parece una suposición bastante gilipollesca, porque joder, para eso están los profesores, para poner exámenes. Pero no, eso era antes, ahora están para dar ánimos y hacer de psicólogos, porque eso de los exámenes son cosas del pasado, pruebas totalmente amorales, que van en contra de los más básicos principios cívicos, de los derechos humanos, de la paridad y del buen rollito, y que crean mucho estrés y malestar en los alumnos. No se puede someter a tanta presión a nadie hombre, válgame dios, que luego suceden desgracias.

Bueno, pues a lo que íbamos. Pongamos por caso que este ser decide hacer un examen final porque con la evaluación continua, los mimos, las motivaciones y las carantoñas diarias, no ha aprobado ni el apuntador. Y al buen hombre (o cabrón con pintas, que diría cualquiera de sus alumnos), se le ocurre que es una buena idea poner la siguiente pregunta de alta dificultad intrínseca (sobre todo para una asignatura conocida como Ingeniería del Software o algo parecido):

Problema 5 (1.5 ptos). Siguiendo un modelo de ciclo de vida en cascada, enumere, en orden de ejecución, las 5 fases básicas llevadas a cabo para realizar un proyecto de software según las pautas de la Ingeniería del Software.

Cágate lorito. Cinco fases, ni más ni menos. Hay que ser degenerado, ni una ni dos, no, cinco (por el culo se la hinco). Vamos, a ver quién es el guapo que consigue memorizar tal ingente cantidad de información. Poco menos que imposible, claro. La lista de los reyes Godos es una jodida broma al lado de tener que aprenderse los siguientes vocablos del demonio: análisis, diseño, desarrollo, pruebas, mantenimiento. Que no tiene ni pies ni cabeza hombre. Ahí, una ristra de palabracas sin ton ni son, y todas de más de dos sílabas para más inri, coño, de las difíciles. Si fueran caca, culo, pedo, pis, teta, pues todavía, pero es que en las fases esas hay hasta una que es esdrújula, con su tilde y toda la pesca. Pa mear y no echar gota, vamos. Habrase visto tamaña tropelía. Un abuso insolidario y vejatorio, eso es lo que es. Así claro, es lógico y normal que un posible y supuesto alumno, ni corto ni perezoso, vaya y se suelte con una original pirueta imaginativa:

Supuesta respuesta del supuesto aguililla: Claridad, ordenación, sin faltas ortográficas, entrega a tiempo y reflejar todo lo ejecutado/realizado en la práctica.

Puedo prometer y prometo, en esta presunta historia de presuntas injusticias sociales, que el supuesto cerebro confundido tenía sus 18 años cumplidos todos uno detrás de otro, los huevazos en su lugar, y todas sus atribuciones mentales intactas (al menos en apariencia).

Pero no queda ahí la cosa. Ahora supongamos que la historia no termina aquí (total, puestos a suponer, da igual ir un poco más allá). Imaginemos que ese mismo hijo de satán y ejecutor de desmanes varios (también conocido como profesor), está un día en su clase explicando con todo tipo de detalles y ejemplos gráficos cómo hacer un diagrama de bloques (ya saben, de esos de toda la vida de dios, con cuadrados y flechas que unen los cuadrados), cuando un supuesto y solícito alumno levanta la mano y pregunta con honda preocupación si el citado diagrama hay que colorearlo (vuelvo a recalcar lo de la universidad y lo de los peludos cojones). Evidentemente, la primera reacción del ente enseñante (después de comprobar que no haya cámaras alrededor) es mirarse en el espejo, no vaya a ser que desde esa mañana le haya cambiado el gepeto y ahora tenga pinta de puto presentador del puto club disney. La segunda es comprobar que efectivamente no se ha equivocado y que se trata de una clase de primero de ingeniería, y no de un curso CCC sobre papiroflexia. La tercera es mirar por la ventana y calcular las posibilidades de morir en el acto si salta por ella.

Yo sin embargo, muy al contrario del desánimo y desmoralización que pudieran invadir al citado supuesto profesor ante tales muestras de anormalidad, pienso que esta supuesta historia supuestamente arroja un gran optimismo sobre mi futuro, porque en breve las empresas se me van a rifar. Pondrán un papel, un boli, y un canuto encima de una mesa y yo seré el único capaz de hacer la O (sin faltas ortográficas y entregándola a tiempo, naturalmente). Ya me estoy imaginando los nuevos e innovadores métodos de selección de personal por parte de los de recursos humanos. Pondrán a todos los candidatos en fila, y cogerán al que consiga mantener la baba dentro de la boca, o al que no se haya cagado, o al que consiga realizar con éxito alguna otra actividad de similar dificultad. Y yo en eso soy un hacha.